La inversión en productos orgánicos a la larga resulta en un ahorro en medicamentos y en una mejora del bienestar, nuestro y el del planeta. Los alimentos ecológicos cumplen las normas establecidas, que incluyen, entre otros requisitos, no proporcionar a los animales antibióticos ni hormonas de crecimiento. Mientras, los agricultores no pueden utilizar abonos químicos ni pesticidas.
Estas toxinas pueden contaminar la comida y se transmiten a las personas cuando la consumen. Muchos ya tienen claro que esto puede ser perjudicial para la salud. Otros simplemente optan por la agricultura ecológica porque sus métodos conllevan una menor contaminación. Como sea, si no podemos acceder a una cesta de la compra completamente orgánica, aquellos alimentos que ingerimos con regularidad deberían ser ecológicos para no acumular sustancias tóxicas en nuestro organismo.
1. Los caprichos favoritos
Los químicos peligrosos están  por todas partes – en nuestro organismo, en nuestro entorno y en  nuestros alimentos. Casi todos pueden tolerar unos pocos plaguicidas  pero, pero como con cualquier cosa, el exceso no es bueno. Los expertos  afirman que todo lo que se come en abundancia debe ser ecológico, para  evitar la sobre exposición a ciertos productos químicos. Mientras  que unos cuantos residuos de pesticidas en la bolsa de aperitivo puede  no estar mal, si los consumimos a diario, empezamos a apostar por la  acumulación de tóxicos en nuestro cuerpo (por no hablar de la obesidad).  Lo mismo con las salsas elaboradas, la comida precocinada, la bollería  industrial, etc.. Es especialmente importante recordar esta regla para  los bebés y los niños, porque en su pequeño cuerpo las toxinas se  acumulan rápidamente.
También es cierto que no todos  los alimentos aglutinan igualmente las sustancias tóxicas que se les  aplica para su cultivo. De hecho, algunos de ellos no están tan  contaminados cuando se trata de la versión convencional, no ecológica.  Los siguientes 10 productos del huerto, o bien no absorben demasiado los  pesticidas o se pelan antes de comer: espárragos, aguacates, plátanos,  brócoli, col, kiwi, mango, cebollas, papaya, piña.
2. Alimentos para bebé
Los  bebés y niños pequeños son especialmente susceptibles a los efectos  nocivos de los plaguicidas, antibióticos, hormonas y cualquier producto  químico. Como la comida del bebé a menudo se hace a base de verduras y  frutas concentradas, el nivel de cualquier sustancia sintética se  intensifica en los platos.
Muchos pesticidas utilizados  en frutas y vegetales son tóxicos para el cerebro y pueden interferir  en su desarrollo. La hormona sintética del crecimiento utilizada en la  carne puede causar pubertad precoz en las niñas (fuente: Cornell). Al  final, la exposición a toxinas en ciertas fases del desarrollo puede ser  crítica. Los tóxicos que no tendrían mayor efecto en un adulto, pueden  dañar el sistema nervioso y el cerebro de un niño. Si a esto se suma el  pequeño tamaño del cuerpo del bebé, la combinación resulta incluso más  peligrosa.
Si el niño no ha sido alimentado con productos  orgánicos, el cambio a la dieta ecológica puede disminuir su nivel de  plaguicidas en sangre (fuente: Curl). La comida orgánica puede  beneficiar al niño, incluso antes de que nazca, ya que los productos  químicos tóxicos en el torrente sanguíneo de la madre pasan al feto  (fuente: Consumer Reports).
3. Verduras de hoja verde
La ensalada es una opción  sana, siempre que no esté elaborada con verduras cargadas de productos  químicos que pueden acabar por intoxicarnos. A los insectos, gusanos y  babosas les encantan las hojas tiernas de espinacas y lechugas, tanto  como nosotros. Algunos de los pesticidas más potentes se aplican sobre  las verduras que utilizamos en nuestras ricas ensaladas. La  espinaca es la verdura con mayor cantidad de plaguicidas. Por el  contrario, los agricultores ecológicos, para mantener a los insectos a  raya, se sirven de repelentes no tóxicos y de trampas como las redes.
Vegetales  como la col rizada, las hojas de mostaza y de nabo y las berzas también  están en lo alto de la tabla por riesgo de contaminación con  plaguicidas. Si es posible, resulta más seguro comprar la versión  orgánica de estas verduras de consumo abundante.
4. Pimientos, judías, tomates, apio, zanahorias y coliflor
Los  pimientos, sean de la clase que sean, absorben como esponjas los  pesticidas a través de su fina piel. Son propensos a la infestación por  insectos, por lo que están sujetos a fuertes fumigaciones de  insecticidas en las grandes granjas comerciales. Aunque se laven y pelen  estas delicias de colores no se elimina su contaminación.
Otras  verduras que muestran un elevado nivel de residuos de plaguicidas son el  apio, las judías verdes y los tomates. Los cherry son pequeños y  difíciles de limpiar. El apio no tiene piel protectora, así que es otro  candidato para la compra ecológica.
Según los estudios, también  las tasas de plaguicidas en las zanahorias y la coliflor es considerable  si su origen no es ecológico.
5. PatatasLa omnipresente patata absorbe una dosis doble de toxinas cuando se cultiva en condiciones no ecológicas. Los productores fumigan pesticidas en las plantas y añaden fungicidas al suelo para prevenir que los tubérculos enfermen. Los fungicidas previenen el llamado tizón, causante de la hambruna de la patata a mediados de la década de 1800 en Irlanda y que provocó la muerte de alrededor de un millón de personas. No hay buenos métodos orgánicos para combatirlo, por lo que el precio de las patatas ecológicas es más del doble que el de las no ecológicas.
El nivel de plaguicidas para la batata es un poco inferior pero también lo suficientemente alto como para optar por la de cultivo ecológico.
6. Melocotones, manzanas, nectarinas, fresas, cerezas y uvasCon  el lavado no eliminamos todos los plaguicidas de un melocotón no  ecológico y, al pelarlo, se pierden un montón de beneficios  nutricionales de la fruta. Además de los melocotones, muchas otras  frutas contienen altos niveles de pesticidas. Las manzanas y las  nectarinas también son de los alimentos más cargados de plaguicidas.
Por  su parte, las fresas absorben gran cantidad de veneno a través de su  fina piel, que además no se puede pelar. Lo mismo ocurre con las  cerezas. Las uvas y las pasas no orgánicas también entran en el mismo  saco tóxico. Muchos zumos de frutas que ofrecemos a los niños contienen  jugo de uva, con lo que se hace especialmente necesario buscar la  etiqueta ecológica. Comprar frutas extranjeras fuera de temporada  es arriesgado, ya que las normas son laxas en muchos de los países de  origen, sin olvidar el coste ambiental del transporte.
7. Café
El café suele ser la manera de despertar al día.  A menudo, los granos con los que preparamos esa estimulante taza de  café se han cultivado en un país que no regula el uso de plaguicidas y  fertilizantes. Todo lo contrario a lo que hace ecológico a un café  Además de la etiqueta ecológica, también conviene buscar la etiqueta de  Comercio Justo, que garantiza que los productores de café han sido  pagados de manera justa y bien tratados.
Un elemento más a  considerar antes de disfrutar de esa taza humeante es si es de origen  Shade-grown, es decir, de café cultivado a la sombra del bosque, un  método de producción que preserva los majestuosos árboles de la selva y  la biodiversidad que alberga.
8. Huevos
De los  pollos a los huevos pueden pasar pequeñas cantidades de pesticidas y, a  partir de ahí, a los muchos alimentos preparados con ellos. Los huevos  ecológicos provienen de aves que se alimentan con grano orgánico y no se  les suministra ni hormona del crecimiento ni antibióticos.
Sin  embargo no es la falta de contaminantes lo que convierte a los huevos  orgánicos en una necesidad, sino cómo se producen esos huevos. La  filosofía aquí es que los pollos felices producen mejores huevos. Los  defensores de los huevos orgánicos dicen que el origen marca la  diferencia. Las gallinas camperas o de corral tienen acceso a un patio,  además de no estar tratadas con productos químicos.
¿Huevos  blancos o morenos? No hay diferencia nutricional entre unos y otros. El  color del huevo depende de la raza de la gallina. Las gallinas blancas  ponen huevos blancos y las marrones, oscuros. Es así de simple. Por otro  lado, los huevos ecológicos no se limitan a los de gallina. Algunos  productores orgánicos ofrecen variedad de opciones exóticas: ganso,  codorniz e incluso huevos de avestruz.
9. Productos Lácteos
La  leche no ecológica puede contener trazas de pesticidas. Como la leche  es un alimento básico para los niños, esto es motivo de atención. La  leche orgánica es más pura. Procede de vacas alimentadas a partir de  granos cultivados sin abonos químicos ni pesticidas. La hormona del  crecimiento tampoco está permitida, al igual que los antibióticos,  porque podrían entrar en la leche. El uso generalizado de antibióticos  también aumenta la posibilidad del desarrollo en el futuro de bacterias  resistentes a dichos antibióticos. Las vacas lecheras ecológicas deben  pastar en el campo con regularidad y el pienso que se les suministra no  puede contener plaguicidas ni fertilizantes, lo que disminuye el impacto  de la cabaña en el medio ambiente. Los mismos preceptos de aplican al  resto de productos derivados de la leche, como el yogurt, helados,  mantequilla o queso.
10. Carne
El brote de la enfermedad de las vacas locas  en la década de 1990 dio un gran impulso a la carne orgánica. La  normativa impone a los ganaderos ecológicos que no pueden dar a sus  animales antibióticos que les hagan resistentes a la enfermedad. La  hormona del crecimiento para acelerar el desarrollo de los animales  también está prohibida en el ganado criado para producir carne orgánica  certificada.
El ganado y las aves de granja deben alimentarse con  granos que se cultivan sin fertilizantes químicos ni pesticidas. No está  permitido el pienso que contiene subproductos de la carne, el medio de  propagación de la enfermedad de las vacas locas. Además, la ternera  ecológica debe provenir de una vaca a la que se le dio piensos orgánicos  durante el último tercio de su gestación.
La etiqueta ecológica  también significa que el animal diariamente tenía acceso al exterior por  algún tiempo. Sin embargo, estos requisitos no están claramente  definidos y al aire libre puede significar que el pollo se crió en una  jaula con rejilla abierta al exterior.
By lolaisabel, on Septiembre 17th, 2010
M.Prieto/ Vida Sana – ecogaia.com /Orlando Mallozzi / Ecoticias.com
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