jueves, 25 de junio de 2009

Entrevista completa a María Dolores Raigón Jiménez. Ingeniera agrónoma. Experta en Agroecología.

En los últimos años, usted ha dirigido varias investigaciones sobre análisis comparados de alimentos ecológicos y convencionales en cuanto a su calidad nutricional ¿En qué han consistido esos estudios?

Esos estudios se han centrado en el análisis bromatológico de alimentos frescos (frutas y verduras), realizado según un diseño comparativo en técnicas de producción ecológica y convencional, evaluando el contenido en materia seca, mineral, vitaminas, proteínas y sustancias antioxidantes. Además, en algunas hortalizas se ha analizado también la concentración de antinutrientes, como los nitratos. Con el mismo objetivo, también hemos estudiado la composición, vinculada a la calidad, de dos alimentos de origen animal, con un altísimo consumo, como son los huevos y la carne de conejo. En estos trabajos se han empleado variables, como los métodos de riego, la influencia de la asociación de cultivos, la influencia del suelo sobre la composición de alimentos, la influencia de la alimentación del animal, el bienestar animal, etc. De ellos, hemos podido concluir que los alimentos ecológicos presentan mayor concentración en proteínas, (tanto en alimentos de origen animal como vegetal), mayor contenido vitamínico (en frutas y verduras), mayor contenido mineral (en frutas, verduras, y alimentos en grano, como leguminosas y cereales) y mayor nivel de sustancias antioxidantes (en frutas, verduras y en aceite de oliva). Por otra parte, los alimentos ecológicos contienen mayor concentración en materia seca, que influye tanto en la mayor concentración nutricional, como en las mejores aptitudes en post-cosecha.

En la medida en que los alimentos ecológicos son beneficiosos para la salud humana se podría afirmar que, posiblemente, el ahorro en gasto sanitario sería mayor si la alimentación ecológica estuviese más extendida. ¿En que medida nos afecta el tipo de alimentación basada en manufacturados, a los que se añaden productos químicos y que en su origen han sido tratados con productos fitosanitarios y fertilizantes de síntesis?

En la actualidad se conoce con mayor exactitud la composición de los alimentos, los nutrientes que presentan y la función que cada nutriente tiene sobre nuestro organismo. Pero este conocimiento en muchos casos no va acompañado de la mejora en la alimentación, ya que la intensificación de la agricultura y la ganadería, así como la tecnificación en la elaboración de alimentos, hace que muchos de los nutrientes disminuyan o desaparezcan. Además, se introducen nuevas sustancias, como los aditivos alimentarios que pueden, en algunos casos, ser perjudiciales. Los alimentos elaborados por técnicas intensivas han sido asociados con la aparición de alergias alimenticias, estados carenciales de nutrientes, bajada de defensas, disminución del estado oxidativo del organismo, y alto riesgo de intoxicación por sustancias químicas, etc. En la medida en que reduzcamos la carga química y ambiental procedente de los alimentos, estaremos contribuyendo a la mejora de nuestra salud. Y no hay que perder de vista que esto significa menor gasto sanitario, con las repercusiones sociales y económicas que ello significa. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, lo dijo hace más de dos mil años: «que tu alimento sea tu medicina».

Para contemplar con realismo una generalización de la alimentación ecológica en la sociedad, la actitud de los consumidores se debería orientar hacia hábitos totalmente distintos en muchos ámbitos de su vida diaria. ¿Estamos realmente concienciados para afrontar los cambios que supondría una alimentación basada en la producción ecológica, local y de calidad?

Personalmente creo que no, porque son muchas las influencias y presiones indirectas que recibe el consumidor. Pero últimamente, me da la impresión de que algo está cambiando y cada vez más, me encuentro con grupos de consumidores concienciados en cuanto a la alimentación respetuosa, lo que incluye que la producción sea lo menos impactante, que respete el bienestar animal y que los circuitos de distribución sean cortos. Curiosamente, estos grupos son personas jóvenes, no pertenecientes a una clase social alta y eso es un elemento indicativo sobre el cambio experimentado, ya que hace unos años el consumo ecológico implicaba un producto caro y de escasa distribución.

El consumidor de productos ecológicos se encuentra en numerosas ocasiones con dificultades para encontrar productos de este tipo en el mercado, preguntándose donde está la causa de dicha escasez. En su opinión, ¿cuáles son los obstáculos principales para un mayor desarrollo de la industria agroalimentaria de carácter ecológico, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, y cómo se podrían superar esas dificultades?

La agricultura ecológica en España desde el periodo 2004-2008, viene experimentando una tasa global de incremento del 80% con respecto a la superficie y del 33% con respecto al número de operadores, lo que sitúa a España en uno de los primeros puestos de países productores, tanto en el marco comunitario como mundial. Pero el principal problema para el consumo español es que se trata de una producción meramente exportadora, siendo escasa la producción destinada al consumo interno. De la misma manera, el consumidor ecológico tiene un problema con la distribución, ya que los canales no se encuentran en la ruta diaria de compra y eso genera incertidumbre a la hora de comprar los alimentos. Frente a este panorama, la acción viene determinada por nuestra voluntad, ya que presionando sobre la demanda se puede regular la situación de la oferta. Un ejemplo lo tenemos en el incremento que han sufrido las pequeñas ventas directas de “ecocajas” a los productores, donde el consumidor ha visto la solución a la compra de fruta y verdura fresca y ha eliminado el circuito tradicional, lo que ha generado un mayor número de productores con este sistema de comercialización.

Una de las consecuencias más inmediatas de la producción de alimentos ecológicos sería la reducción del uso de productos tóxicos en la naturaleza y, en definitiva, de la contaminación de los ecosistemas. ¿Cree que, aparte de los beneficios para la salud, el fomento de los valores ambientales de la producción ecológica podría ser una de las claves para generalizar su demanda? ¿Tiene información o evidencias de que el cultivo de alimentos ecológicos favorezca la biodiversidad?

Cuando hablamos de agricultura ecológica, tenemos que referirnos a sus principales objetivos, entre los que destaco: 1) trabajar con los ecosistemas de forma integrada; 2) mantener y mejorar la fertilidad de los suelos; 3) producir alimentos libres de residuos químicos; 4) utilizar el mayor número de recursos renovables y locales; 5) mantener la diversidad genética del sistema y de su entorno; 6) evitar la contaminación resultante de las técnicas agrarias; 7) permitir que los agricultores realicen su trabajo de forma saludable. En todos estos objetivos se puede leer, entre líneas, el incremento de la biodiversidad, ya que se debe tratar de integrar los sistemas agrícolas y ganaderos, lo que implica aumento de la diversidad; mantener la fertilidad de un suelo implica el incremento de sus microorganismos, necesarios para los ciclos elementales de la materia orgánica, lo que se traduce en incremento de la diversidad; las prácticas de técnicas de policultivo, como son la introducción de setos, que pueden contener fauna beneficiosa, o la implantación dentro de la misma parcela de técnicas de asociación de cultivos, evidentemente incrementa la diversidad; pero quizás lo más importante sobre el incremento de la biodiversidad sea actuar sobre la diversidad genética de la explotación, introduciendo variedades vegetales antiguas, tradicionales y bien adaptadas a cada suelo y clima, así como razas autóctonas que le dan al territorio un considerable valor añadido. La FAO en el Primer informe sobre el estado de los recursos fitogenéticos, de 1996, apuntaba que la principal causa de erosión genética del planeta era la sustitución de variedades locales por variedades comerciales. Por tanto, las técnicas ecológicas de producción pueden ser un recurso muy válido para actuar sobre la biodiversidad.

Como investigadora, ¿cuál es el papel que desempeña o debería desempeñar la ciencia en la época actual en cuestiones tan vitales como la alimentación humana?

Los avances en el conocimiento de la composición de los alimentos, así como las funciones de los nutrientes, son cada vez más específicos y las conclusiones más importantes, y en esa línea se está trabajando bien. Se debería profundizar en cómo las técnicas productivas influyen en la composición de los alimentos y en cómo los agentes ambientales vinculados con la alimentación repercuten sobre la salud y, en este sentido, trabajar sobre los alimentos menos intervenidos, como base para disponer de alimentos más sanos. Uno de los trabajos que, en mi opinión, siempre está pendiente de ser realizado es el estudio de la influencia de una dieta ecológica sobre la salud, evaluando la incidencia de enfermedades, las defensas, el estado oxidativo, etc.

También es usted profesora universitaria, ¿considera la cuestión de la producción ecológica y el consumo como uno de los pilares básicos en educación ambiental de cara a la sociedad?

Generalmente, en el nivel universitario, la persona ya tiene un nivel de concienciación establecido que se adquiere en estadios de formación anteriores. Aunque en cada etapa del ser humano hay que incidir sobre los buenos hábitos alimenticios, la repercusión sobre la salud, la influencia de la producción sobre el medioambiente, etc., creo que donde más se debe insistir en ello es en la infancia. En ese momento la persona es susceptible de almacenar la buena información, para cuando la necesite en su período de adulto, teniendo en cuenta que los niños son los consumidores del futuro. En este sentido, es vital crear en la infancia bases de conocimiento sobre las prácticas respetuosas de producción de alimentos, y que el niño, en algún momento, pueda convivir con esas prácticas como plataforma de la sostenibilidad. Por otra parte, con una correcta alimentación desde la infancia, se podrían subsanar muchas de las enfermedades del momento, como las alergias, la obesidad, los problemas cardiovasculares, etc.

Desde la perspectiva de la agricultura ecológica se plantea la redefinición del sistema de producción agrario. ¿Cuáles deberían ser los pilares básicos de un sistema agrario más racional, sostenible y en consonancia con el desarrollo humano y natural del planeta?

Insisto en que los pilares ya nos vienen definidos por el Reglamento (CE) nº 834/2007, donde se dice textualmente: «La producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de recursos naturales, la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y una producción conforme a las preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales. Así pues, los métodos de producción ecológicos desempeñan un papel social doble, aportando, por un lado, productos ecológicos a un mercado específico que responde a la demanda de los consumidores y, por otro, bienes públicos que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural».

Para que un alimento pueda identificarse con el logo de control de “agricultura ecológica”, debe de ser producido atendiendo a las pautas indicadas en el Reglamento. Aunque me gustaría también resaltar que existen productores respetuosos que desde siempre han compartido la ideología de la producción ecológica y han practicado únicamente técnicas educadas, y que, aunque no estén inscritos en ningún organismo de control y certificación, son una referencia de importancia. Además este grupo de productores son los que acuden a los mercados de cercanías y pueden tener un gran peso específico en el incremento del consumo y en la integración de los recursos renovables en sistemas agrícolas locales, pilar fundamental para el desarrollo humano y natural del planeta.

Recientemente, en una reunión ministerial de alto nivel organizada por el Departamento de Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales y por el gobierno de Namibia, enmarcada en los trabajos de la Comisión para el Desarrollo Sostenible (CDS), se acordó defender un nuevo modelo agrario basado en la producción ecológica como la mejor forma para proteger el medio ambiente y garantizar, a la vez, la seguridad alimentaria y el desarrollo social en África. ¿Realmente puede la agricultura ecológica desempeñar un papel esperanzador a nivel económico y social en la realidad comercial del mercado agrario de estos países?

Es alentador conocer que los gobernantes ven en el modelo ecológico una alternativa sostenible y viable. Realmente pienso que puede ser eficaz, ya que los pueblos han sido capaces de generar sus propios recursos, y sobre todo, los alimenticios. Creo que una agricultura y una ganadería basadas en el conocimiento del medio y en los recursos propios puede, a medio y largo plazo, ser más capaz de suministrar alimentos a la población, interviniendo sobre aspectos lógicos como la biología del suelo, para hacer este medio productivo fértil, interviniendo sobre el equilibrio biológico, sin necesidad de hipotecar recursos en la compra de insumos externos.

Al hablar de alimentación y agricultura, es inevitable, hoy en día, mencionar la biotecnología y los organismos modificados genéticamente. Algunas variedades transgénicas de productos básicos, como el arroz, el maíz y otros cereales, están siendo ampliamente cultivadas en muchos países del mundo (Argentina, EE.UU., Brasil e incluso España). ¿En qué medida supone el cultivo de estas variedades una amenaza para la agricultura ecológica?

Los organismos modificados genéticamente (OMG) y los productos producidos a partir de ellos, o mediante ellos, son incompatibles con el concepto de producción ecológica, por normativa. En concreto suponen una amenaza a la biodiversidad; algunas de sus bondades no son tan manifiestas, y obligan al productor a aceptar el paquete tecnológico unido a esa semilla, lo que lo hace un sistema totalmente dependiente de insumos externos. Por otro lado, cada vez son más los países que prohíben la entrada de alimentos que procedan de OMG, y debemos de atender esas demandas sociales y comerciales y anticiparnos con una oferta de alimentos más sostenibles, ya que el patrimonio genético es amplísimo para alcanzar de forma natural atributos de calidad nutricional y organoléptica con las variedades antiguas, sin necesidad de recurrir a las modificadas.

Y ya que mencionamos España, ¿por qué países como el nuestro, tan defensor de la cocina de calidad y de la dieta mediterránea, está sin embargo tan por detrás del resto de Europa en lo que se refiere a demanda de alimentos ecológicos?

España cuenta con una diversidad edafoclimática muy amplia y una cultura de la producción agroalimentaria extraordinaria, generando un perfil de alimentos muy diversos y complementarios en cualquier temporada, lo que hace de su gastronomía un lujo a cualquier nivel, siendo el patrimonio cultural más importante que hemos podido heredar. Algunos países de nuestro entorno están más limitados y dependen, en gran medida, de la importación; es en estos países donde en primera instancia saltaron las alarmas sobre la carga química de los alimentos, los malos hábitos alimenticios y sus repercusiones sobre la salud, y una generalizada concienciación ha ido convirtiendo a la población a los nuevos modelos, dando como resultado una fuerte demanda de alimentos ecológicos. En España, el modelo lo tenemos, a falta de introducir esa materia prima, que son los alimentos ecológicos, y para eso hace falta formación e información sobre la materia, para conseguir un consumidor respetuoso y concienciado.

Anecdóticamente, algunos de los consumidores convertidos a la demanda ecológica, han pasado por una enfermedad grave, o el fallecimiento de un familiar directo por alguna causa vinculante, etc. Sin necesidad de llegar a esos extremos, tenemos la obligación de ir dando a conocer las bondades de la producción ecológica y generar demanda, lo que hará que incremente la producción.

Últimamente están surgiendo muchas iniciativas encaminadas al fomento de huertos urbanos y peri-urbanos en muchas ciudades de Europa, como alternativa a los sistemas de producción y distribución convencionales. ¿Cree que el éxito futuro de la producción ecológica puede venir por ese camino?

El éxito de la producción ecológica viene de la mano de sus bondades. Pero en ese sentido, hay iniciativas que contemplan proyectos muy interesantes como son los huertos peri-urbanos, los huertos escolares, etc. Son iniciativas que también existen en nuestro país, como en el caso del Parque de Miraflores en Sevilla, en Alicante, y en municipios de menor envergadura. Estos proyectos son de altísimo valor por el compromiso social, medioambiental, de recuperación de tradiciones y cultura, y es un acercamiento directo de la producción respetuosa al consumo.

Entrevista realizada por José F. Gómez Sánchez

Vídeo de M.Dolores Raigón

1 comentario:

  1. Enhorabuena por esta completísima entrevista y gracias por difundirla. SALUD!!

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